Memorias de 100 y Aldabo  
 
  Memorias de 100 y Aldabo

La STASI

La STASI

Lista de artículos en esta página:

01. La sede original de la STASI tal y como quedó trás la caída del muro. Autor: Jesús Encinar.
02. La STASI y la Seguridad Cubana. Autor: Michael Levitin.
03. Memorias del horror. Autor: Amir Valle.
04. La cárcel de la STASI: palacio del psychoterror. Autor: Aguaya.
05. Los segurosos de la RDA dejaron el mayor rompecabezas del mundo. Autor: Marti Noticias.

 

1. La sede original de la STASI.
Tal y como quedó trás la caída del muro.
Autor: Jesús Encinar.

Jesús Encinar

El edificio número uno del complejo del Ministerio de la Seguridad del Estado (STASI) es uno de los museos más interesantes de Berlin. Desde aquí, los jefes de la RDA vigilaban y torturaban a sus compatriotas para tenerlos sumisos y sometidos al estado comunista. Es toda una lección de historia.

El museo se abrió en 1990 por iniciativa privada de mantener viva la memoria de la represión. Todo se conserva tal como estaba hasta el último momento. Puedes oler la pequeñez mental y la burocracia de la gente que se dedicaba a esto. Tiene aires de ministerio, pero te sobrecoge pensar cual era el uso de estos pasillos, despachos y salas de reunión.

La colección es una mezcla de película de espías, con toda la parafernalia de cámaras ocultas en botones y pistolas diminutas, con fotografías y paneles explicativos de todo tipo de operativas. Lástima que está todo sólo en alemán. Es impresionante el despliegue que la RDA tenía para espiar a sus propios ciudadanos.

Me dio envidia ver los chavales de los colegios visitando y analizando esta parte de su historia. Me hizo pensar cómo en España evitamos mirar atrás y nos da miedo analizar nuestra propia historia reciente, en muchos casos similar.

Funcionamiento del museo:

Lunes a Viernes de 11:00 AM a 18:00 PM
Sábados, domingos y festivos de 14:00 PM a 18:00 PM
La entrada cuesta 4 euros.

http://11870.com/pro/stasi-museum

 

2. La STASI y la Seguridad Cubana.
Autor: Michel Levitin.

Michel Levitin.

La STASI

En la cavernosa cárcel subterránea, otrora operada por la notoria policía de seguridad de Alemania Oriental, llamada STASI, Jorge Luis Vázquez lleva a un visitante a una húmeda celda totalmente oscura y cierra la puerta de hierro. El mundo se desvanece. Momentos después, se abre la puerta.

Jorge Luis Vázquez''Bueno, ¿qué tal fue esto?'', pregunta Vázquez, un exiliado cubano que habla el alemán con fluidez y estuvo preso en una de las celdas de la STASI en 1987, cuando Alemania Oriental era comunista. Ahora Vázquez dirige giras por la cárcel convertida en museo.

Pero más que eso, él ya casi ha terminado de escribir lo que posiblemente sea el más completo y concluyente informe hasta ahora sobre las relaciones de la STASI con los agentes del MININT, el temido Ministerio del Interior de Cuba.

Vázquez afirma que ha hallado que el MININT es ''casi una copia'' del represivo sistema de seguridad de la STASI en Alemania Oriental, exportado por ese país a Cuba en los años 70s y 80s, y que los lazos entre ambas organizaciones van más allá de lo que se pensaba.

Desde el espionaje en habitaciones de hoteles turísticos a una interesante mención de la droga alucinógena LSD, el nivel hasta donde la STASI entrenó y suministró materiales y respaldo técnico a la agencia de seguridad castrista tuvo un extenso y áspero impacto en Cuba.

Los alemanes enseñaron a los cubanos cómo instalar sistemas efectivos de cámaras y de grabación, como por ejemplo: a qué altura deben colocarse los micrófonos, qué tipo de papel de tapizar oculta éstos con mayor efectividad, y qué tipo de iluminación debe usarse para tomar los mejores videos.

La STASI suministró computadoras e introdujo nuevos métodos de archivo que organizaban, protegían y aceleraban el procesamiento de información por parte de los cubanos. Suministró falsos espejos para los interrogatorios y equipos para hacer máscaras, bigotes y otros tipos de disfraces para cuando los cubanos usaran agentes encubiertos.

Según dice Vázquez, que tiene 48 años, los cubanos todavía practican lo que aprendieron de los comunistas alemanes:

''El sistema represivo que existía en Alemania Oriental es el mismo que existe en Cuba actualmente. Lo que el MININT aprendió de la STASI no se ha olvidado. Al contrario, las técnicas y estrategias se mantienen vivas a pesar de la caída del Muro de Berlín''.

El amenazante control de la STASI sobre casi todo aspecto de la vida pública y privada de Alemania Oriental se puede conocer en la película: "The Lives of Others" (Las vidas de otros), premiada este año con el Oscar a la mejor película extranjera.

La STASI

Se trata de un oficial de la STASI y su conflicto interno mientras protege a un dramaturgo disidente, cuyo apartamento está completamente minado de artefactos espías de la agencia.

Situada en medio de unos lúgubres bloques de apartamentos en el antiguo Berlín Oriental, la STASI, abreviatura de Staatssicherheit, o Seguridad del Estado, se las arregló mediante el espionaje, la intimidación y la tortura, para convertirse en una de las agencias de inteligencia más temidas del mundo.

Cuando se derrumbó el Muro de Berlín en 1989, la STASI tenía 91,000 empleados y 350,000 colaboradores en un país de 17 millones de habitantes. Cuando se abrieron sus archivos al público a principios de los años 90s, los ciudadanos de Alemania Oriental se enteraron de que hubo 986 muertes documentadas en la prisión, y descubrieron 112 millas de archivos de información sobre sus compatriotas.

Esa viene siendo la distancia que hay entre La Habana y Cayo Hueso, bromea Vázquez durante una gira por el museo, conocido ahora como el museo conmemorativo Berlin-Hohenschosenhausen.

Vázquez, quien tiene una abundante cabellera castaña y habla con mucho entusiasmo, aprendió alemán cuando era un adolescente en uno de los institutos de idiomas de Cuba. Después lo mandaron a Alemania Oriental como traductor para los cubanos que estaban estudiando allí, y de 1982 a 1987 vivió en Karl-Marxstadt, ahora Chemnitz.

También viajó mucho por Europa Oriental, donde sus conversaciones con la gente sobre las penurias diarias en Polonia, Hungría y Checoslovaquia ensombrecieron sus ideas sobre el comunismo. Según él, fue en Moscú donde más se traumatizó viendo el desastre político y económico del comunismo.

Pero en 1987 Vázquez ayudó a un músico cubano que estaba de visita a escaparse a Canadá. Lo arrestaron y lo interrogaron durante una semana en la cárcel de la STASI, y después lo deportaron a Cuba escoltado por una guardia armada.

Luego de varios días en una cárcel de La Habana que describe como: "una experiencia medieval, en celdas inmundas y diminutas, sin tener con qué cobijarse y oyendo los gritos de los otros presos'' lo soltaron, pero ya no podía conseguir ningún empleo. Después, se casó con una ciudadana alemana, regresó a Berlín en 1992 y en 1996 pudo ver su expediente en la STASI.

Empezó a hacer sus investigaciones en el 2002 y ha descubierto cientos de archivos, leído miles de páginas de documentos oficiales y publicado docenas de artículos en: "Misceláneas", una revista de exiliados cubanos radicados en Suecia.

Ahora le está dando los toques finales a su informe: "La conexión Habana-Berlín: secretos de estado y notas sobre la colaboración entre la STASI y el MININT". Está buscando el modo de publicar el informe como libro, escrito en español.

Admite que el informe no intenta ser imparcial: "Quiero provocar un cambio, cuando un sistema de seguridad tiene sus propias prisiones, jueces, abogados e interrogadores y nadie los controla, como ocurre en Cuba, es la seguridad estatal lo que está sosteniendo al Partido Comunista, y es la represión lo que sostiene al régimen cubano. Quiero responsabilizar al gobierno cubano; quiero denunciar sus relaciones con la STASI''.

Pero los materiales que él ha sacado a relucir de esa cooperación entre agencias de seguridad hablan por sí mismos. La STASI reconstruyó el sistema telefónico y de comunicaciones del MININT en 1988 para facilitar el espionaje. Antes de eso, en 1981, modernizó el sistema de imprenta del mismo ministerio para facilitar la producción de propaganda partidista y de pasaportes falsos que se utilizaban en el espionaje y la subversión.

La agencia alemana también renovó el sistema de seguridad del Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, instalando cámaras, casillas de control y equipos ultramodernos de rayos X, todo idéntico a lo que tenían en Alemania Oriental.

Los esfuerzos coordinados de espionaje entre ambos aparatos también ayudaron a aumentar los medios para la labor de inteligencia del servicio secreto cubano. El estudio de Vázquez revela que en 1985, la Operación Palma Real, una acción conjunta de ''espionaje electrónico'' de agentes cubanos y alemanes, resultó en valiosas interceptaciones de comunicaciones telegráficas y telefónicas de la Base Naval de Guantánamo.

Más allá, la STASI entrenó a las guerrillas cubanas enviadas a ultramar para subvertir a otros gobiernos, enseñandoles tácticas de observación, espionaje e interrogación que expandieron considerablemente el impacto de Cuba en conflictos desde América Central hasta África, según los documentos que Vázquez ha obtenido.

''Lo que vemos es una copia del sistema de la STASI que se extiende por todo el mundo desarrollado, desde Angola, Etiopía y Mozambique hasta Nicaragua, Guatemala y El Salvador''. Los cubanos a su vez les pasaban la metodología y la tecnología a otros.

Está también la interesante mención de la droga LSD en una carta del departamento de suministros del MININT, que formalmente le solicita unas 360 dosis del alucinógeno. El documento no explica el uso planeado.

Sin embargo, las relaciones entre la STASI y el MININT no siempre eran cálidas. Vázquez revela que la agencia alemana frecuentemente criticaba a sus colegas del Caribe por ser desorganizados y descuidados al dejar que se filtrara información a espías estadounidenses, además de no adquirir dominio en el uso de códigos secretos. "Era una confrontación cultural: los cubanos eran de una manera, por ejemplo: no eran puntuales, y los alemanes eran todo lo opuesto'', comenta Vázquez.

Algunos de los métodos de la STASI simplemente no funcionaban en Cuba. En Alemania existía una técnica para almacenar el olor corporal de los disidentes para poderlos perseguir con perros de ser necesario, pero eso no funciona en el húmedo trópico, según documentos hallados por Vázquez.

En los 18 años que hace que cayó el Muro de Berlín, la otrora Alemania Oriental tal vez haya hecho más esfuerzos que cualquier otro país del bloque soviético para abrir los archivos que se mantenían con información de sus ciudadanos, y por confrontar las sombrías interrogantes que todavía hay en su pasado.

Vázquez espera ahora que la publicación de su estudio pueda servir de base para otros, desde Polonia hasta Bulgaria, para realizar investigaciones similares en toda Europa Oriental.

http://www.elveraz.com/articulo863.htm

http://www.michaellevitin.com/2007/11/04/east-germans-drew-blueprint-for-cuban-spying/

 

3. Memorias del horror.
Autor: Amir Valle.

Amir Valle

La STASI

La especie humana es la alimaña más peligrosa que ha pisado esta tierra. Eso pienso. Y muchas veces imagino que Dios esté molesto conmigo por pensar tan mal de la criatura que, según dice la Biblia, Él creó a su imagen y semejanza. Pero mientras más camino por este corto sendero que es la vida, más razones tengo para repetirme que el ser humano es el ser más cruel, el más irracional, y el más imperfecto de toda la Creación, haya sido hecha por ese Dios en el que creo o por ese gran estallido que, dicen los científicos, dio origen a la vida millones de años atrás.

Y el ser humano cuando alcanza el poder es aún peor. Y cuando tiene que defender una idea que se opone a la idea de alguno de su especie, desciende esos escalones que, también dicen los científicos, nos separan de la irracionalidad animal, para convertirse en la más ciega, rabiosa e inhumana de las bestias.

Eso pienso cada día, siempre que bajo los pequeños escalones que me conducen hacia esa aberración que "los dignos defensores del socialismo alemán" llamaban: "El Submarino", en el Museo Memorial Hohenschönhausen, antigua prisión central de la STASI. Vienen a mi mente escenas dantescas del horror que escuché alguna vez en Cuba, en boca de amigos como Manuel Vázquez Portal, Raúl Rivero y Ángel Santiesteban, escritores los tres, encerrados simplemente por pensar que existe una salida distinta para Cuba hacia esa prosperidad y ese país mejor y más digno que llevamos ya más de 50 años esperando, sin que se vea ni un atisbo de luz al final del túnel.

Estuve apenas un minuto sentado en una de las celdas de castigo de "los heroicos y humanísimos defensores del socialismo alemán", y me bastó para salir de allí aterrado sólo de pensar que la gruesa puerta de hierro se cerrara de golpe. Dentro, sólo oscuridad, total oscuridad y un cubo para los excrementos. La oscuridad, el terror, la nada, llegan a ser una misma cosa cuando estás dentro y, como me dijo Manuel Vázquez Portal una tarde del 2005, allá en mi casa de La Habana: "conoces lo que es el verdadero significado de las palabras insignificancia e impotencia", palabras que, lo confieso, me parecieron simplemente una pequeña descarga filosófica del gran poeta que es mi amigo Vázquez Portal, porque cuando uno padece en carne propia el dolor, las palabras de dolor, de sensación de miedo, de horror, son simplemente eso: palabras, aunque vengan cargadas de ese dolor, ese miedo, ese horror.

Lo curioso es que esas palabras de Vázquez Portal; y las otras que me dijo Raúl Rivero: "te acostumbras a la idea de que la cárcel es parte de tu cotidianidad, un espacio que debes visitar como si fueras a un santuario, a expurgar las supuestas culpas que otros lanzan sobre ti", y las que pronunció Ángel Santiesteban, bajando la cabeza, estremecido: "la impotencia es lo peor, hermano, saber que sólo tienes tu cuerpo, tu propia carne, y ni siquiera puedes decir que eres el dueño de tu carne". Esas palabras, y otras que he escuchado a la periodista Tania Quintero, al traductor Jorge Pomar y a tantos otros amigos, se amalgaman ante mis ojos cada vez que entro a esas celdas, como si el horror fuera un territorio omnipresente, con invisibles hilos como vasos comunicantes. Y todavía más escucho esas palabras, las veo danzar incómodas un baile de guerra contra el pasado y perdón para el futuro, cuando leo en un escrito de uno de esos "aguerridos defensores del socialismo humanista alemán":

"llevar a cada prisionero al punto más bajo de su autoestima"

o en un programa de entrenamiento para los psicólogos que interrogaban a los prisioneros:

"para lograr la confesión o la delación es necesario empujar al interrogado hacia la conciencia de que su existencia está supeditada a nuestros deseos"

o en el informe de un interrogador:

"La inestabilidad psíquica es evidente. Se procede así a desequilibrar a la interrogada con el método recomendado por el médico que atiende su estado de gestación: el compañero X procede a intimidarla con la posibilidad de que el Estado Alemán considere que ella no podrá transmitir una correcta formación ideológica a la niña por nacer. En tanto yo, en mi carácter de interrogador principal, asumo el rol de consejero amistoso que se preocupa porque ella pueda conservar el bebé que, según el parte médico que adjunto a este informe, debe nacer en dos semanas".

Psicólogos que interrogan empujando hacia la indefensión total del ser humano. Médicos que colaboran con los interrogadores para encontrar los "puntos flacos" del interrogado. Instructores que se encargan de que el prisionero no duerma para facilitar la labor de los interrogadores. Dietistas que estudian (y practican en los prisioneros) cómo debilitar al cuerpo humano para destruir hasta la más mínima de las resistencias. Científicos que experimentan en las comidas y las atmósferas cerradas de las celdas para que los prisioneros más rebeldes, catalogados como "no reciclables", enfermen de cánceres raros que los irán convirtiendo en muertos vivos hasta eliminarlos, sin dejar otro rastro científico del asesinato que no sea la sospecha del crimen.

Eso he visto. Y me aterra saber que ahora mismo, mientras escribo estas letras en la tranquilidad de mi apartamento, en una soleada mañana berlinesa, algún cubano, allá, en alguna celda de Villa Marista estará conociendo lo que es la impotencia, mientras afuera otro cubano disfruta sabiéndose dueño del poder de humillar a ese "peligroso enemigo" que ha decidido, simplemente, pensar distinto al resto de la dócil manada.

La STASI

Cada día descubro cuánto miedo nos han sembrado y nos siembran, desde la isla, los defensores de ese Frankenstein político que los cubanos llevamos padeciendo ya más de cinco décadas.

Tres amigos me han comentado en estos días su preocupación porque yo "esté metido en camisa de once varas" (dijo uno), o porque yo "esté halándole al rabo al mono y tú sabes que puedes jugar con la cadena, pero jamás con la bestiecilla", o porque yo no me he dado cuenta de que "ellos estarán ahí siempre, incluso aunque nuestro país derive a la democracia".

Cuando le comenté a otro amigo estos comentarios, su respuesta fue algo que los cubanos hemos escuchado mucho: "¿y uno de esos amigos tuyos no será un agente que te han colgado?"

No lo sé, ni me importa, y les dije que escribiría este artículo donde hablaría de ellos y de lo que pienso. Sólo sé que parece preocuparles que, al escribir de la STASI alemana, esté arañándole el pellejo a sus "criaturas cubanas", es decir, a esos seres misteriosos que en Cuba llamamos: "segurosos", "los del G2", "los fraternos compañeros que nos cuidan" (dicho esto en tono de burla, que conste), para definir a esos "dignos soldados de la patria" que tanto crimen han cometido en estos más de cincuenta años en nombre de un futuro más justo que no se ve ni a veinte mil leguas y en el que, según vengo leyendo en mis estudios sobre sus maestros-padres alemanes, ni ellos mismos creen.

Son manifestaciones del miedo. Y aunque mis amigos lo nieguen, pues lo primero que me dijeron fue, la consabida frase: "y no es miedo, ¿oíste?", me aterra aceptar que tengo que cargar en mi destierro con el miedo hacia quienes me desterraron de la isla, y mucho más me aterra (y me hace, además, hervir la sangre) imaginar una Cuba supuestamente distinta, donde esos mismos que han torturado física y psicológicamente a miles de compatriotas suyos, sólo por pensar distinto; que esos mismos que han inoculado enfermedades o que han dejado morir por falta de atención médica a otros cientos de cubanos opositores, estén manejando las riendas del poder.

He visto ese miedo mucho en los cubanos del exilio. Lamentablemente, los he oído descargar contra el gobierno en sus vidas íntimas y cómodas de exiliados, para luego callarse la boca o sonreír cuando tienen que hacer un trámite ante la embajada cubana en su país de origen. Eso, discúlpenme, es miedo, aún cuando en muchos casos sea algo comprensible y humanamente necesario (la familia está allá, en la isla y hay que ir a verla).

He visto ese miedo en otros exiliados cubanos que, como diríamos en Cuba, gozan más que Gozón con los privilegios del "cruel y sanguinario capitalismo", para luego callarse sus críticas por conveniencia y aceptar colaboracionismos culturales, económicos, sociales y de otra índole con los representantes del gobierno cubano en los países donde están viviendo, sencillamente porque no han podido lograr sus sueños a través de sus propios esfuerzos y, tristemente, establecen esos acuerdos argumentando que "no es nada político porque no creemos en la política", sin querer aceptar que están entrando en el juego sucio de la política de un sistema que ha aplastado sin remordimiento alguno a miles y miles de compatriotas, que ha obligado a exiliarse a más de dos millones de cubanos y que hoy sigue en nuestra isla atacando esas libertades y esos derechos que en estos países ellos, los "apolíticos colaboradores", disfrutan sólo con abrir los ojos cada mañana.  Eso, siento decirlo, también es miedo.

Y no estoy dispuesto a seguir cargando con esos miedos. Hace mucho que dejé atrás la frontera del miedo. Hace cinco años se me impide entrar a mi país, soy hijo único y he pasado estos cinco años preparándome para no volver a ver a mis padres, ya viejos. Ese es el único miedo que padezco hoy, y no voy a negociar ni un milímetro con quienes le han negado a otros miles de cubanos en el exilio el derecho a despedirse de sus padres en su lecho de muerte en la isla.

Conozco personalmente más de veinte casos de cubanos a quienes "el gobierno más humanista del mundo", según dicen sus gobernantes, ha negado la entrada a la isla para estar en los momentos finales de sus seres queridos, simplemente porque han sido "políticamente incorrectos".

Y del mismo modo en que mientras vivía en Cuba logré superar el miedo y decirme: "¿qué más puedes perder si ya te lo han quitado todo?", no pienso aceptar un futuro donde sigan campeando por su respeto quienes hoy reprimen a esos cubanos que se han cansado de tanta mentira disfrazada de humanismo y, asumiendo todo el derecho que como ciudadano debieran tener, quieren una alternativa distinta a la que el gobierno de los Castro ofrece.

Por ello, seguiré escribiendo de esas cosas: de los planes secretos entre la STASI alemana y la policía política cubana para comprar a dirigentes políticos de países del Tercer Mundo; de los "ajusticiamientos" ordenados contra opositores en el exilio que, curiosamente, murieron poco después en "raros accidentes"; de los convenios sucios con bandas paramilitares y extremistas de muchas partes del mundo; y como tema especial para un próximo libro, hablaré de las estrategias más generales de preparación de la dinastía familiar de nuestros actuales jefes, de modo que estén "bien ubicados" en ese futuro democrático que ni ellos pueden ya evitar.

Sí, porque mis amigos tienen razón: ellos, esos que nos han vigilado, reprimido e inyectado el miedo durante estos cincuenta años, tienen planes por si "el mango del sartén político se les va de las manos". Lo aprendieron muy bien de sus maestros de la STASI y la KGB.

Todo eso es una realidad documentada que pasa ante mis ojos cada día en el Museo Memorial Hohenschönhausen, antigua Prisión de la STASI. Una verdad sobre la manipulación política que hemos sufrido y que, vuelvo a decirlo, no hemos podido quitarnos, por abulia, conveniencia o miedo, una gran parte de los cubanos, allá en la isla (lo cual, lo sé, es naturalmente más lógico) o acá, en los llamados "países libres", aún cuando muchos parezcan no entender el significado verdadero de la palabra "libre".

http://amirvalle.com/wordpress/2011/05/30/memorias-del-horror/

http://amirvalle.com/wordpress/2011/06/08/memorias-del-horror-2/

 

4. La cárcel de la STASI:
palacio del psychoterror.
Autor: Aguaya.

Aguaya

Este fin de semana el periodista Martin Heller ha publicado en Spiegel Online un artículo con fotos y hasta un vídeo sobre el Palacio del psychoterror, como se conocía a la cárcel de la STASI (Ministerium für Staatssicherheit : Ministerio para la Seguridad del Estado de Alemania Oriental, RDA).

La STASI Según la entrada en Español de Wikipedia para la STASI, la misma fue reconocida como uno de los servicios de inteligencia más efectivos del mundo. Y no por gusto: "Para el colapso de Alemania Oriental en 1989, se estima que la STASI tenía 91,000 empleados a tiempo completo y 300,000 informantes.

Esto significa que aproximadamente uno de cada cincuenta alemanes orientales colaboraba con la STASI, uno de los niveles de penetración más altos en una sociedad por parte de una organización".

La STASI

 

La cárcel de la STASI, sobre la que trata el artículo de Martin Heller, era un área blanca en los mapas de la antigua RDA. Cuando en sus instalaciones "desaparecía" una persona, ésta no sabía dónde se encontraba ni le era dicho tampoco.

Métodos brutales para desorientar y humillar a los condenados al aislamiento físico por sus ideas "contrarias" a los intereses del Partido o por criticar "el sistema", eran en la cárcel y sus carceleros la orden del día.

La STASI


El aislamiento carcelario de los reclusos, aunque éstos estuvieran allí en prisión provisional o para interrogatorios, era máxima prioridad. El contacto visual estaba prohibido. Los familiares de los recluídos allí tampoco sabían dónde se encontraban los mismos.

La STASI

 

 

 

 


Hoy la cárcel es monumento y museo para no olvidar esa parte oscura del régimen totalitario de entonces. Solamente en el año 2007 fue visitada por más de 208 mil personas.

La STASI

 

 

 

 

 


Por asociación, lo primero que me vino a la mente fue "Villa Marista", su homóloga cubana con sede en el barrio habanero de La Víbora.

Yo vivía relativamente cerca y debo reconocer que no solo en rumores, sino cuando pasaba caminando ocasionalmente por allí, el secreto y el miedo se apoderaban de mí. Si mal no recuerdo, sus muros estaban pintados de azul. Yo pasaba de largo y ni miraba a través de las rejas...

Villa Marista G2 de Cuba
Villa Marista G2 de Cuba

Y bueno, no pude resistir la tentación de comentarles sobre el cortometraje escrito y dirigido por Eduardo del Llano, Monte Rouge, filmado con una cámara de un amigo suyo, con un presupuesto de menos de 500 dólares y circulado clandestinamente en todo el país, con el cual no paro de reirme por lo absurdo pero real de su sátira.

http://desarraigos.blogspot.com/2008/10/la-crcel-de-la-stasi-palacio-del.html

 

5. Los segurosos de la RDA dejaron
el mayor rompecabezas del mundo.

Martí Noticias

Una supercomputadora llamada "ePuzzler", diseñada en el Instituto Fraunhofer de Berlín por los mismos creadores del los mp3, es la encargada de resolver el gigantesco rompecabezas, según explica un reportaje de la BBC.

Luego de la caída del Muro de Berlín, los agentes de la STASI estuvieron unas semanas más en las oficinas, de manera que les quedó tiempo para destruir la evidencia que los pudiera llevar a la cárcel o "quemar" a sus agentes secretos en otros países.

Las pocas trituradoras que tenían no fueron suficientes para eliminar todos los documentos y cometieron el error de destruirlos manualmente y guardarlos en enormes sacos, con la intención de quemarlos o derretirlos con químicos, más adelante.

Se calcula que los documentos secretos de la STASI quedaron convertidos en entre 400 y 600 millones de papelitos del tamaño de una uña.

La nueva autoridad federal heredó la mole de diminutas piezas que hoy se reconstruye con el ePuzzler. De esta forma cada una de ellas es primeramente planchada y luego escaneada.

Una vez que la información se ha digitalizado y se detalla por ejemplo, el tipo de papel, si se trata de un manuscrito o impreso o si hay algún acrónimo relacionado con una oficina de la Stasi, un sofisticado programa matemático vincula los fragmentos con otros hasta lograr reconstruir un documento de la temida Seguridad del Estado de la Alemania Democrática.

Según informa la BBC, también hay un equipo de trabajo digitalizando todos los archivos sonoros de la policía.

La investigación rigurosa y el despliegue tecnológico en función de reconstruir la historia y los acontecimientos de la Alemania totalitaria ha sido una prioridad del gobierno.

http://www.martinoticias.com/content/article/14770.html

 

Memorias de 100 y Aldabo Ileana Ros

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